Sobre mí

Desde siempre me ha encantado viajar.
¿Cómo empezó todo? La verdad es que no me acuerdo. Debió ser de pequeña, cuando yendo de cámping con mis padres me molaba hacer senderismo, disfrutar de los paisajes y pasarme el día entero montando en bici. O a lo mejor fue por la influencia materna de "vamos a verlo todo: este museo, y este, y esta iglesia, y aquel pueblo..." y así hasta el infinito (ahora sé que el que mucho abarca... se estresa). O a lo mejor empezó con un inocente intercambio con el instituto de un minipueblo francés pegado a la frontera. ¡Qué emocionante es tener que comunicarte en otra lengua! ¡Qué raro es todo al otro lado de los Pirineos! Tienen el cuarto de baño separado del váter... Y si sigues subiendo y cruzas el Canal de la Mancha, descubres que utilizan la moqueta hasta en el cuarto de baño (¡puaj!). Y, maldita sea... a veces no entiendo lo que me están diciendo, no pensaba que fuera a ser tan duro. Ojalá pudiera volver ahora a casa...

Después de vivir experiencias viajeras así, fuera de casa y de la protección familiar, me entró el gusanillo de viajar y con los años se ha ido volviendo aún más insaciable. ¿El resultado? Mi familia en shock porque no quiero volver a casa y yo con un sentimiento de no pertenecer a ninguna parte y unas ganas tremendas de descubrir cosas nuevas. Ni siquiera he viajado tanto (claro, todo es relativo y depende de con quien compares...), pero no me puedo quejar. ¡He tenido mucha suerte de ver tantas cosas! Además de ver sitios nuevos, viajar me ha permitido crecer como persona y descubrir nuevas culturas y personas geniales. Y es una pena que todo eso quede en el olvido; no solo los sitios que he visto, sino lo que he experimentado a lo largo de estos años... Así que por si a alguien le sirve lo que pueda poner aquí, y para rememorar buenos y malos viajes, decidí abrir este blog. Viajeros del mundo... ¡bienvenidos!

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