6 de agosto de 2015

Cómo tomar el micro

La ley del viajero (y la de Darwin) dicta algo así como "adaptarse o morir".
Adaptarse al lugar donde has aterrizado mejora con creces tu estancia: no solo te sientes menos extranjero sino que además el proceso de comprensión del país y su cultura es mucho más rápido. La mayor parte de las veces, adaptarse no es una cuestión vital, claro. En otras ocasiones, sí. ¿Cuándo? Así de primeras se me ocurre, por ejemplo: cuando estás falto de oxígeno (literalmente) y no tienes fuerzas para dar un paso más (aún menos para andar un par de horas hasta tu albergue). 

Está decidido, es hora de tomar el micro. Has visto hacerlo a los bolivianos durante todo el día. Pero primero debería aclarar qué es un micro y especificar que cuando hablo de "micro" también me referiré a los "truffis" o "minis", que funcionan igual (solo que son más abundantes y un poco más caros).

Micros (segunda foto vista aquí)
Minis o Truffis: nunca llegué a saber la diferencia
(fotos vistas aquí y aquí)
Para ti los carteles en las lunas de esos autobuses son tan inútiles como coloridos: deduces que indican el lugar a donde llevan, pero... ¿qué lugares son esos? Misterio.
Preguntas al primer transeúnte que te cruzas qué cartel corresponde a algún lugar que no te deje muy lejos de la iglesia San Francisco (al menos te has quedado con la copla de un sitio cercano y muy conocido). "Tienen que tomar un micro que los lleve a Pérez".

Siguiente paso: acercarse a la calzada lo máximo posible y estar atentos a los micros venideros. No es fácil distinguir los nombres de los carteles en la lejanía cuando eres miope... y no puedes evitar pensar en cómo harán los ciegos o abuelit@s cuya vista no les permita tomar el micro que necesitan. Pero en La Paz han pensado en todo y a menudo hay un acompañante del conductor que va "gritando" los nombres de los carteles. (Sí, digo "gritando" porque a veces ni yo misma, estando dentro del micro, oía ni distinguía qué decían... Pero los bolivianos deben tener un oído muy agudo porque no necesitan gritar para hacerse escuchar a pesar de los incesantes pitidos, el ruido del tráfico o los otros gritos de los vendedores ambulantes).

Al fin, un micro con el cartel que corresponde a tu destino se acerca. Entonces, hay que acercarse aún más a la calzada (incluso estar en la calzada misma) y hacer señas para que pare. Si le queda sitio, se apeará dos segundos: date prisa en subir porque al resto de vehículos y de pasajeros no les gusta esperar. Una vez hayas puesto un pie dentro, empezará a arrancar (a menos que te vea tan novata, perdida y cargada con una mochila 3 veces mayor que tú y se apiade de ti). Como buenamente puedas, sobre todo si vas tan cargado como una abuelita boliviana, debes dirigirte al asiento libre del micro. Esto parece fácil pero no lo es. Imaginad el contexto: una furgonetilla repleta de pasajeros, un vehículo que frena y acelera sin compasión, un espacio reducidísimo para moverte... Mi consejo: antes de tomar un micro con el mochilón al hombro, tomadlo "sin nada", para ir acostumbrándoos.

Los minutos que dure tu trayecto puedes dedicarlos a contemplar la ciudad, las decoraciones internas del propio micro (de verdad, son dignas de admirar; las hay de todo tipo y colores, pero de seguro habrá una o varias en que se alabe a Dios o a Jesús con inscripciones como "Cristo te ama" en el más sobrio de los casos), o a rezar por no sufrir un accidente y por que el micro sea capaz de arrancar en esa cuesta tan empinada (de nuevo, imaginad: una furgoneta que tiene más años que vosotros, atiborrada de gente... y una cuesta pronunciadísima en la que os ha tocado parar por el atasco que hay; yo no las tenía todas conmigo de que aquello se fuera a mover hacia delante...). Aquí aprovecho para hacer un inciso y mostrar mi completo respeto y admiración por los conductores bolivianos. Francamente, B-R-A-V-O.


Cuando llegas a tu destino, un simple "me bajo aquí, por favor", o un escueto "pare" serán suficientes para que el conductor (que va por el carril de la izquierda en esos momentos) se eche a la derecha (da igual, los otros vehículos ya se apartarán...) en cuestión de segundos y te deje ahí. Le pagas tu boliviano y medio y... ¡lo conseguiste! Has tomado un micro tú solita y has sabido dónde bajar. Te sientes como si hubieras logrado una hazaña digna de entrar en los anales de la ciudad de La Paz, pero te conformas con contarlo en tu blog. Piensas: "¡Esta ciudad ya no tiene secretos para mí! Si he podido con esto, puedo con todo..." y convencida de que nunca más tendrás problema en tomar un micro, te vas a tu albergue porque, reconócelo, el meneo del vehículo te ha dejado la cabeza aún peor... Maldito soroche.



ALGUNOS CONSEJILLOS:

- Algunos carteles de referencia para el viajero pueden ser: PÉREZ (zona de iglesia san Francisco), TERMINAL (terminal principal de autobuses), CEMENTERIO (no creo que necesite explicar a dónde lleva), FÁTIMA (la tercera y más alejada estación de buses; mejor NO vayas andando), CEJA (la forma más conocida para llegar a El Alto y su Mercado del 16 de Julio), MURILLO (donde está la catedral).
- A veces, para llegar a un mismo destino utilizan nombres y carteles distintos porque no pasan por los mismos lugares. Mejor conocer el abanico de direcciones a las que os podéis dirigir y no limitaros a una sola.
- No confundáis un cartel con una parte de la ciudad... Podéis acabar en el sur de la ciudad pensando que estáis en MIRAFLORES.
- No vayáis con el tiempo muy justo. El viaje en micro/mini/truffi está sujeto a probables atascos.
- El precio del pasaje puede ser más elevado cuanto más lejos os lleve: por ejemplo subir a El Alto o bajar al sur os costará más de 1,5 BOL.

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