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29 de octubre de 2014

8 cosas que no voy a echar de menos de París

Esta mañana yendo al trabajo en bici, he tenido un altercado / semi-accidente con un coche. No preocuparsen, solo ha sido un pequeño golpe del manillar contra la puerta porque la señora "llevaba mucho rato queriendo salir del coche" y no ha mirado por el retrovisor -o si ha mirado y me ha visto le ha dado igual. El caso es que yo (más bien el manillar) me he comido la puerta del coche y he obtenido como respuesta a mi grito de pánico un "lo siento" sin apenas mirarme y casi enfadado, como si fuera mi culpa. Así se vive en París: alguien te "atropella" y, como tiene prisa, ni siente el hecho de haberte hecho daño...

De esta reveladora experiencia me he dicho que, sin duda alguna, no voy a echar de menos la falta de educación de los habitantes de París (ya comenté por aquí que primero te empujan y después se disculpan). Hay muchas cosas estupendas en esta ciudad, por supuesto, pero después de esta mañana se me han ocurrido 8 que no lo son tanto y que no voy a echar de menos cuando me vaya.

Paris, je t'aime... ou pas
La "educación"
Me da la impresión de que los franceses, y los parisinos, creen que son educados porque utilizan las palabras "disculpe", "por favor" y "gracias" todo el tiempo. Sí, las utilizan todo el tiempo y hablan muy correctamente, pero faltando al respeto con su tono y sus acciones: empujones, insultos, miradas asesinas, cortar la palabra del interlocutor con un "bonne journée" que te duele como una bofetada... La educación es algo muy subjetivo.

Heeeeuuu, maaaiiis, bah, ben, écouuuute, j'sais pas, pffff
¡Utilizad más palabras y menos onomatopeyas! ¡Aaargh! La mayor parte del tiempo no me importa, pero cuando tienes en el metro a un par de amig@s presumiendo de yo qué sé y repitiendo cada dos palabras las expresiones "heeeu, pfff, ben, tu vois? bah, j'sais pas mooiii"... ¡ganas de matar aumentando!

Las compras en fin de semana
Nunca voy de compras durante el fin de semana, pero si por casualidad paso por algún sitio con tiendas... ¡me pongo de los nervios! Tanta gente con bolsas, empujando, haciendo cola, yendo de aquí para allá... No hay apenas sitio para moverse.

Las colas
Foto de deanoworldtravels.wordpress.com
Este punto debería estar más arriba... y es que en París se hace cola para todo. ¿Que hace bueno y quieres ir a tomar un helado a la Isla St Louis? Muy bien, pero otros 500 parisinos querrán lo mismo y el tiempo que pases en la cola será el triple del que tardes en comerte el helado. ¿Que es el primer domingo de mes y quieres ir al museo (porque es gratis)? Pobre iluso, más te valdría pagar la entrada y no esperar 3h en el frío polar... ¿Que quieres ir a ver una película al cine? Pues no te lo pierdas porque ¡hasta para entrar a la sala se hace cola! Siempre lo he dicho: si numeraran los asientos estas cosas no pasarían... Por supuesto, de las colas típicas ya ni hablamos (Louvre -algún día os revelaré una puerta "secreta" por la que accedes en un plis-, Notre Dame, Torre Eiffel...).

Los "gorilas"
O porteros de bar y discoteca. En algunos lugares serán necesarios, pero aquí son más un filtro que otra cosa: tú no estás bien vestido, fuera; tú no cumples con el perfil de la discoteca, fuera; tú estás disfrazada muy fea, o pagas entrada o fuera (esta última basada en hechos reales y vivida en carnes propias - fue para Halloween, no penséis que voy disfrazada a todas horas, esto no es Inglaterra).

Las connotaciones o nuances del francés
-¿Vas a venir a tomar algo esta tarde?
-En principio sí.
Esto quiere decir que: puede que sí, puede que no; pero si al final no aparezco por allí, no me lo eches en cara porque ya te dije que "en principio". Y de este estilo tenemos un millón de fórmulas imprecisas que quieren decir todo y nada pero que te cubren las espaldas. En Francia no se puede decir eso de "hablando se entiende la gente"...

Las prisas
En París todo el mundo parece llegar tarde siempre, porque sino no me explico cómo puede molestar tanto a alguien quedarse fuera de un metro en el que iría embutido, ni cómo se puede reaccionar con tanta violencia (sobre todo verbal) o bufando como un gato a cualquier individuo inocente que te haga tomar un pequeño desvío en tu ruta (y por pequeño desvío me refiero a moverte 5 cm más a la derecha para no chocarte con alguien que viene de frente). ¿Cuánto tiempo has perdido, eh, eh? ¡Haber salido antes de casa y déjanos vivir tranquilos!

El metro
No solo por el transporte en sí mismo -que también (mal olor, demasiada gente, puertas asesinas al cerrarse, vida subterránea...)- sino por el mal rollo que se respira en el ambiente a veces. Una vez incluso vi a una mujer pegar un bolsazo a un hombre y después utilizar su paraguas como escudo para protegerse del contraataque...


Obélix siempre decía que 'estos romanos están locos', pero ¿seguro que no eran los franceses los locos?
Ils sont fous, ces parisiens !

15 de junio de 2014

Guía para el futuro parisino: el metro

Pronto hará tres años (¡madre mía!) que vivo en París.
De un tiempo a esta parte he almacenado algo de sabiduría extranjera aplicada a la supervivencia en la capital gala. Así que, para todos aquellos que vengan a instalarse y, sobre todo, para aquellos que ya estén instalados y empiecen a sentir que la gris realidad parisina empieza a engullirlos, aquí van algunos consejos para adaptarse al medio en el que viven sin perder su esencia por el camino:

En el metro:

-          Si estás preparando tus maletas para mudarte a la ciudad del amor (ja), NO vengas con 2 maletas grandes, una de mano, una mochila, un bolso y un cesto sobre la cabeza. El metro parisino tiene muchas más escaleras normales que mecánicas y poca gente se parará para prestarte su ayuda.

-          Si has decidido obviar este primer consejo y te vienes con la casa a cuestas, es posible que seas considerado persona non grata. La gente te mirará mal y harán que te sientas mal por ocupar más espacio del que te corresponde.

-          El espacio que te corresponde es el equivalente a tu silueta + 2 milímetros. A menudo se verá definido por el sobaquillo del de al lado y la melena de la de delante.

-          Las escaleras mecánicas del metro no son lo que parecen: no son escaleras, ¡son una autopista! Si no quieres ser arrollado, quédate en el lado derecho. Si por el contrario quieres avanzar, deberás hacerlo por el lado izquierdo. ¡¡Pero atención!! tendrás que estar a la altura, los lentos no tienen cabida en esta fila.

-          En la misma línea de las escaleras mecánicas están los “pasillos mecánicos” (después de indagar he descubierto que se llaman tapis roulant). La clasificación izquierda/derecha es la misma que para las escaleras, pero aquí es mucho más difícil cambiar de “carril”. Si estás en el carril rápido (recuerda, el de la izquierda) podrás incorporarte al lento (derecha) fácilmente. Pero si estás andando tranquilamente por la derecha y te topas con alguien aún más tranquilo que bloquea el paso, entonces tienes que proceder a la maniobra de adelantamiento. ¡Ni se te ocurra incorporarte a la izquierda a lo loco! (esto es, sin usar tus ojos cual espejo retrovisor para ver si viene alguien) porque puedes poner en peligro tu integridad física y mental: la gente viene a toda pastilla por este carril y si no te incorporas como es debido se les puede "escapar" algún improperio. Be careful, ¡en las autopistas humanas no hay límite de velocidad!

-          Si estás sentado en un asiento desplegable y el metro empieza a llenarse, levántate para hacer hueco. Esto es de sentido común y, además, puedes llevarte un coscorrón en la cabeza de parte de un francés celoso y enervado si no te levantas (true story).

-          Evita tocar las barras para agarrarse. No sabes dónde han estado esos millones de manos que se han agarrado antes (bueno, a veces sí lo sabes porque lo acabas de ver: recogiendo los microbios de un estornudo al taparse la boca o hurgando la nariz…).

-          Si llega un metro a tope y un solo vagón está vacío…: será por algo. Si olvidas esta máxima por un momento y te crees más espabilao que el resto de sardinas enlatadas en el resto de vagones, al entrar triunfante dispuesto a sentarte en el vagón desierto seguramente pierdas el conocimiento del mal olor que encontrarás.

-          Es posible que veas ratones y ratas por las vías, los andenes y, lo que es peor, saltando por las barandillas pasamanos. Nadie se mostrará asustado o espantado, aunque tú gritarás o manifestarás asco y terror. Intenta sobreponerte y recuerda: Ratatouille es una historia basada en hechos reales.

-          El metro huele mal. A veces te olerá un poco menos mal, y otras apestará. C’est la vie.

-          Desaconsejo apoyarse en la pared del andén y, sobre todo, SOBRE TODO, desaconsejo esperar agazapado en el rincón de la máquina de snacks/bebida. Lo entenderéis cuando veáis a alguien aprovechando esa esquina para vaciar la vejiga. Puaj.

-          Si eres una persona que se estresa/enfada/agobia fácilmente, intenta viajar acompañado, con un libro o escuchando música (con cascos, por favor). Te resultará más fácil evadirte de la realidad en la que estás embutido si tienes alguien o algo con quien distraerte.

-          Evita pensar en rebaños de ovejas cuando salgas del metro y sigas a la enorme masa. Corres el riesgo de caer en una depresión al darte cuenta de lo triste que es formar parte de "la manada".

-          Si te llevas un manotazo o un pisotón por accidente, sonríe diciendo "pas de soucis" al usuario del metro que te pide perdón. Una buena reacción a este tipo de contratiempos saca lo mejor de todos, pero una mala reacción (poner cara de uva pasa, resoplar o expresar tu enfado -putain !) puede destapar al más macarra disfrazado de ejecutivo.

-          Debes saber que está generalizado el uso de “excusez-moi” y “pardon” para pedir permiso al salir del metro. También debes saber que, por norma general, aquí primero se empuja y después se excusan. ¡Que no se diga que los franceses son malpolis!

-          Cuando lleves un tiempo en París, observarás que gran parte de la población se queja de las "malas caras" que la gente lleva en el metro (les gens font la gueule), te dirán que son maleducados y empujan. Al principio a ti no te lo parecerá, porque aún no te has contaminado con el gas tóxico del metro de todos los días y no te has impregnado de la mala leche que se respira en el subsuelo. ¡Bien!, lo estás haciendo bien. Pero cuidado... si empiezas a cruzarte a menudo con “esa gente” que está de mal humor, que empuja, que te contesta mal... es posible que te estés arrastrando al lado oscuro... ¡y que te estés convirtiendo en uno de ellos! Si ya has sufrido la transformación, mi más sincero pésame… Pero si aún estás a tiempo de salvarte o de curarte, evita caer en la tentación de las caras largas, lleva siempre esta canción en tu lista de reproducción para alegrarte y recuerda que en unas cuantas paradas volverás a respirar aire puro.

El otro día, volviendo a casa, cansada y con mi mejor cara de caballo para mimetizarme con el entorno (sí… yo ya me he pasado al lado oscuro…), vi un mendigo que bailaba sonriente al ritmo de Bob Marley mientras un joven titiritero hacía bailar la marioneta (de Bob Marley). Me arrancó una sonrisa y me pareció una de las cosas más tiernas que vi desde hacía un tiempo. Al final va a resultar que no todo en el metro es malo :)